Entonces comprendí.

viernes, 10 de enero de 2014


La vida, tan fugaz, tan hermosa, tan incompleta e inesperada...

Con ella aparecemos en el mundo, nos amoldamos, nos concienciamos y dormitamos. Siempre en un continuo cambio, a veces leve, otras tantas enormes.

¿Porqué es tan frágil? ¿Porqué va y viene con esa espontaneidad?

Preguntas que más de una vez ocupan mi tiempo y me entristecen.

La última vez que vi la muerte tan cerca... esa inexistencia de vida... fue cuando maduré y comprendí que el tiempo no es eterno.
Ya mismo hace dos años desde que esa persona se fue para no volver.
Le quise como a nadie, la única persona que me abrió su corazón y me dio todo su apoyo y cariño durante toda mi vida...

Entonces me culpé por no haber pasado más tiempo a su lado, el no haberme despedido la última vez que le vi. El no haberle ofrecido tantos abrazos o momentos. Le escuchaba, oía con detenimiento sus relatos, su vida. 82 años era una vida larga, interesante... para mi era una persona que aún después de su muerte la recordamos como bondadosa y una de esas que escasean en la actualidad.


Pasé por una depresión, pues no eran buenos momentos y aquello no me ayudó para nada.
Fue en ese instante cuando mi pareja en aquellos momentos comenzó a cambiar.
Necesitaba apoyo, comprensión, cariño... pero no obtuve nada.
Recuerdo que una de las frases que me ofreció mi ex mientras yo lloraba por todo lo que estaba pasando fue: ¿Para qué voy a decirte nada? Para hacer monólogos los hago en mi casa.

No tuve apoyo, excepto por otras personas que fueron apareciendo. Personas que ahora son las que más necesito en mis días. Mis amigos.


Por eso la vida te enseña a comprender la muerte. Es un camino hacia aquello que ninguno de nosotros podemos evitar.

El simple hecho de vivir es el mayor regalo que poseemos, el tiempo es algo que debemos aprovechar aunque nos arrepintamos de ciertos hechos siempre podemos continuar. La muerte es un estado que por más que intentemos no pensar está ahí y como tal necesitamos aceptar.


Sé que durante todo el tiempo que me quede la echaré de menos... Pero ella tuvo su vida, sus momentos, su tiempo y su lucha. Me costó aceptar su muerte, pero cuando sujeté su mano fría aquel día supe que siempre estaría conmigo, la llevaría en mi pasado, en mi memoria y en mi corazón. Mi abuela...







0 comentarios:

Publicar un comentario